domingo, 16 de octubre de 2011

Dejad que los niños se acerquen a mi (Legionarios de Cristo)



Juan Miguel Zunzunegui

Nadie tan devoto seguidor de las enseñanzas bíblicas como Marcial Maciel, quien fiel al mensaje evangélico, siempre dejó que los niños se acercarán a él, y a su vez procuró acercarse, demasiado según parece, a los niños; que por cierto, eran su bien más abundante, ya que para que nunca le escasearan, ¿qué mejor que fundar escuelas?

En una de esas escuelas pasé la infancia, afortunadamente lejos del grupo de los elegidos. Así pues, a mi no me lo han contado, sino que forma parte de las crónicas del recreo; el prefecto de disciplina de la primaria, del que todas las madres de familia coincidían en decir que era encantador, parece que efectivamente encantó a varios de los niños y se encantó con ellos. Se los llevaba al cine, a comer, a jugar futbol…, y como luego se supo, a otras serie de actividades más privadas. Era un laico, pero el padre director de la primaria lo sabía todo; en la investigación judicial argumentó un repugnante escudo teológico: el secreto de confesión.

Los legionarios arreglaron las cosas a su manera: el padre fue enviado a otro país, Chile en este caso (ironías de la vida) y el prefecto fue el chivo expiatorio que terminó en prisión. En 2006, en el legionario Oxford estalló el escándalo de violación a un niño por parte del maestro de deportes. Solución: encubrir y sacar del país al susodicho. Ante los rumores hacía falta una versión oficial de las autoridades de la escuela a los trabajadores, y ésta fue así de medieval: Satanás está suelto…., y anda esparciendo rumores, atacando a la orden para impedir el trabajo de Dios…, siempre Dios…, pobre Dios.

Para entonces ya había pasado la escandalosa ola de acusaciones de violación de la década de los noventa, que el propio Juan Pablo II acalló con su carisma, en algo que, de donde yo vengo, se llama complicidad. Tras la muerte de Maciel evidentemente le salieron los hijos, ya que el imperio a reclamar no es pequeño, y cuando se intentó utilizar ese pecadillo a su favor, argumentando que si había tenido relaciones con mujeres, y hasta había procreado, eso lo eximía de ser pederasta…, resultó que tal vez hasta dos de sus propios hijos carnales pasaron por sus…., manos, dejémoslo en manos.

Hoy muchos esperan la resolución del Vaticano, y el Vaticano quién sabe qué espere. Evidencia hay desde hace décadas; ya que no hay que olvidar que en la década de los cincuenta se dio el primer escándalo de violaciones, a grado tal que el líder de los Legionarios fue expulsado de Roma y destituido momentáneamente del liderazgo de la orden. En ese momento lo protegió Pio XII; tiempo después lo defendió Juan Pablo. Ahora es curioso que Ratzinger tenga un proceso abierto contra la Legión y sus abusos, al mismo tiempo que promueve la canonización de los dos Papas que defendieron al pederasta… ¡curioso, diría un jesuita!

A Pio XII le basta la cuestión judía para que se le niegue el altar, aunque la complicidad con don Marcial lo debería alejar más, y por más chocante que resulte al México siempre fiel, esa razón debería bastar para dejar sin aureola a Karol Wojtyla. Ratzinger siempre tuvo la mira puesta sobre Maciel, al tomar el pontificado los Legionarios lo removieron de la dirección de la orden, para que el escándalo fuera menor. Aún así llegó, y aunque hay quien dice que Benedicto fue ligero con Maciel, por no juzgarlo a causa de su edad; eso es un error, ya que directamente lo declaró culpable, por eso fue expulsado nuevamente del Vaticano y enviado a su pueblo a encerrarse en penitencia sin ejercer su ministerio. Fue un gran castigo…, entambarlo era cosa del estado Mexicano.

A los legionarios se les fue su santo, Pio y Juan Pablo no deberían ser canonizados, y la orden religiosa, llena también de excelentes elementos, de gente buena y de vocación, deberían dejar de aferrarse a la imagen impoluta de su fundador y resignarse a haber sido creados por un pervertido. Esa aceptación y rechazo al propio Maciel podría salvar a la orden…, claro, después de ver qué decide Benedicto XVI, quien difícilmente disolverá a un organismo que derrocha tanta riqueza en la Santa y millonaria Sede, pero que definitivamente se verá obligado a hacer una refundación de la orden.

Lo triste es que Marcial Maciel no era una excepción, sino según parece, una normalidad dentro de la institución; pero lo terrible y abominable es que sus escuelas sigan llenas de niños, que los padres de familia del club de la vela perpetua vivan con la venda en los ojos, se compren argumentos medievales de un Satanás corriendo rumores, y que, ante la menor posibilidad de peligro a la integridad de sus hijos, no los saquen masivamente de esas escuelas.

El sistema de adoctrinamiento de los Legionarios de Cristo, cabe señalar, es perfecto; son genios manejando mentes y moviendo masas. Tampoco me lo contaron, es otra crónica del recreo que les narraré en otra ocasión. Por mientras, y sintiendo pena por los grandes sacerdotes que sí hay en la Legión, algunos de los cuales admiro y respeto; insisto en que los padres de familia deberían de reaccionar, y pensar que Marcial Maciel no era el único que seguía literalmente el evangelio: “dejad que los niños se acerquen a mi”.

Fuente: http://www.lacavernadezunzu.com/mis-articulos/50-dejad-que-los-ninos-se-acerquen-a-mi.html
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