lunes, 17 de octubre de 2011

Un Poco de Historia de México

Tres NO de la Historia de México

Juan Miguel Zunzunegui

Durante décadas nos han contado hechos históricos que definen nuestra identidad, como que fuimos conquistados por los españoles, que los gringos nos robaron el territorio del Norte o que en México hubo una revolución. Lo interesante es que son absolutamente falsos, los invito a un recorrido de mitos de México a través de tres grandes NO en nuestra historia.

1er NO: LOS ESPAÑOLES NO CONQUISTARON MÉXICO

Muchos mexicanos siguen viviendo en la ilusión de la América mágica, el mito de que todo era perfecto en el mundo indígena y que toda maldad fue traída a América desde Europa, desde las epidemias como la viruela, hasta la corrupción y la embriaguez. Los más radicales aseguran que nada de eso existía en este continente y que de los barcos españoles bajaron al Nuevo Mundo la peste, la ambición, la esclavitud, la explotación, la ebriedad y cualquier otro mal.

Pero el mito del indigenismo y la América utópica lo inventaron los propios europeos de los siglos XVI y XVII, los románticos que veían echada a perder su sociedad, comenzaron a soñar con el Nuevo Mundo como esa Utopía perfecta, planteada desde Platón hasta Tomás Moro. Lo resume el sociólogo argentino Juan José Sebreli, diciendo: “Las utopías eran inspiradas en América y escritas en Europa, en la América indígena estaba la oportunidad de crear una nueva humanidad sin guerras, ni desigualdad, ni injusticia… … las leyendas inventadas en Europa volvían a América y eran reinventadas por los americanos en un viaje permanente de ida y vuelta”.

Tres mil años de historia.

El mito de que México tiene tres mil años de historia es fundamental para poder decir que fue conquistado por España; pero si entendemos México como un país mestizo, fusión de lo indígena y lo español (la prueba es que hablamos español); con tradiciones, cultura, gastronomía y folclor mestizos, entonces tenemos que aceptar que México no puede existir antes de la llegada de Hernán Cortés en 1519.

Sólo podemos hablar de un México con una historia de tres milenios si nos adjudicamos la historia de Mesoamérica; pero ni los olmecas, ni los toltecas, ni los mayas, ni los aztecas antiguos eran mexicanos: eran olmecas, toltecas, mayas y aztecas.

En la enciclopedia México y su historia, proyecto de importantes historiadores mexicanos queda muy clara esta cuestión: “El mexica había creado un poderoso estado que dominaba sobre parte de Mesoamérica, aunque varios señoríos no estaban sujetos. México no existía aún como nación, pues este concepto se gestó durante la época colonial”.

Los hijos de los Aztecas

Se pretende que el mexicano es descendiente de los aztecas; ellos, en efecto, fueron conquistados por Hernán Cortés. Pero como señala la magna obra de historia, México a través de los siglos: “Los aztecas habitaban únicamente la zona del lago de Texcoco”; así pues, ningún mexicano actual de cualquier otro sitio podría considerar que los aztecas son sus ancestros.

Ser descendientes de aztecas, no solamente es un mito, sino que como todo en este país, es un mito centralista. Los aztecas eran una entre decenas de etnias, y si millones de aztecas fueron derrotados por 500 españoles, fue porque muchos pueblos, como tlaxcaltecas, cempoaltecas, xochimilcas, culhuas y texcocanos, reconocieron a Hernán Cortés como su Señor y se aliaron con él para vencer el enemigo común: los aztecas.

El mito de la conquista.

Este mito plantea que México fue conquistado por España y nos convierte eternamente en un pueblo sometido, cuya justificación para su pobreza es que “somos un pueblo conquistado”. Al festejar el bicentenario sería interesante reflexionar lo absurdo que es conmemorar una independencia, si de cualquier forma es la llamada conquista la que nos sigue traumando.

Hernán Cortés derrotó definitivamente a los aztecas el 13 de agosto de 1521, por lo que es imposible que España conquistara México, ya que ninguno de esos dos países existía en aquellos tiempos. Ya se explicó que México, como mezcla de indígena con español no puede existir antes de los españoles; y del otro lado tenemos que Cortés no era español; nació en Extremadura, reino de Castilla, en 1485, y abandonó Europa a los 19 años, cuando no existía un reino llamado España.

El antropólogo mexicanista Christian Duverger hace una Biografía de Hernán Cortés en la que explica con precisión cómo todo el proyecto de exploración, colonización, y más adelante conquista, fue una iniciativa personal del hoy llamado conquistador, costeado con su dinero y sin apoyo o conocimiento de la corona española, que de hecho no existía.

Duverger también explica que la llamada conquista nunca fue un proyecto de Estado o de la Corona española, sino una iniciativa personal e individual de Hernán Cortés. La verdad es que un país que hoy tiene entre sus rasgos de identidad la lengua española, el catolicismo, el arte barroco y el culto guadalupano, debería de aceptar su origen español, y entender que el español no es el conquistador, sino uno de nuestros orígenes.


2do NO: LOS GRINGOS NO NOS ROBARON LA MITAD DEL TERRITORIO.

Quizás uno de los momentos históricos más arraigados y dolorosos en el mexicano es cuando, según la historia oficial, Santa Anna le vendió medio territorio a los Estados Unidos, o puesto de otra forma, cuando los gringos nos robaron medio territorio. Una herida que no cierra…, pero sobre un acontecimiento que nunca ocurrió de esa forma. Expliquemos:

En el caso de Texas hablamos de un vasto territorio con menos de 5 mil habitantes, reclamado por España, Francia, Inglaterra, México y Estados Unidos; en cuanto a California hablamos de otro territorio inmenso, igual de despoblado, reclamado por México, Estados Unidos, Inglaterra y Rusia. En ambos casos aplica la misma pregunta; un territorio lejano, despoblado y reclamado por 4 o 5 países, ¿a quién pertenece?

Texas

A lo largo del siglo XVII el territorio de Texas fue peleado por franceses y españoles, hasta que en 1690 Francia reconoció el dominio español. Estados Unidos aún no existía.

Entre 1690 y 1821 Texas fue gobernada como territorio español, separada de Nueva España, y era en realidad un páramo desolado que para 1770 tenía apenas 3 mil habitantes, entre indígenas, frailes españoles y colonos franceses e ingleses. A partir de la independencia de Estados Unidos en 1776, colonos de aquel país comenzaron a poblar Texas con permiso de España.

En 1819 (México seguía sin independizarse y Texas era propiedad española) se establecieron los límites texanos entre España y Estados Unidos en el Acuerdo de Onís – Adams, pero cuando Nueva España dejó de existir para convertirse en México, el acuerdo con España perdía validez y los límites de Texas quedaron indeterminados.

En 1824 se hizo la primera constitución mexicana, en la que se estipulaba que Texas era parte de la República; pero nunca se consultó a los 20 mil texanos, que ni siquiera habían peleado la guerra de independencia, y en realidad no querían ser parte de México, ya que la población era de origen inglés, francés y estadounidense.

Independientemente de lo que estipulara la Constitución de 1824, Texas nunca había sido ni de Nueva España ni de México, y la población tampoco lo era; además el gobierno mexicano siguió permitiendo que el territorio fuera colonizado por estadounidenses, y nunca logró que los mexicanos sintieran interés en dicho lugar. El historiador estadounidense Alan Brinkley lo explica: En 1824 el gobierno mexicano realizó un experimento mal aconsejado. Con la esperanza de fortalecer la economía del poco poblado territorio, aprobó una ley de colonización que ofrecía tierra barata y cuatro años de exención de impuestos a cualquier norteamericano dispuesto a trasladarse a Texas.

La población texana era muy escasa para rebelarse contra México, y además la Constitución de 1824 hacía de nuestro país una República Federal en la que los texanos tenían un alto grado de autonomía; pero en 1833 Antonio López de Santa Anna derogó la Constitución y estableció un gobierno central que perjudicaba a los texanos, que finalmente se sublevaron en 1836.

El general Santa Anna marchó sobre Texas y venció en la Batalla del Álamo, pero fue derrotado y tomado prisionero en la batalla de San Jacinto. Los texanos vencieron a México y obtuvieron su independencia como República en 1836; nueve años más tarde, ya como país independiente, pidieron su anexión a Estados Unidos.

California

California también fue un territorio en disputa entre varias potencias; desde el siglo XVI el territorio fue explorado y reclamado por españoles, pero en 1579, el corsario inglés, Francis Drake, reclamó el territorio en nombre de la reina Isabel I de Inglaterra. Después de sendos reclamos el territorio permaneció 200 años prácticamente deshabitado por europeos y con poca población indígena.

La zona comenzó a ser poblada por misioneros desde Nueva España a partir de 1769, cuando el territorio ya estaba en la mira de los ingleses, pero había disputas territoriales con Rusia, cuyos exploradores habían llegado desde Siberia por Alaska, y también reclamaban el territorio. Cuando surgió Estados Unidos, en 1776, también tuvo interés en la zona, por ser un puerto natural para el comercio por el Océano Pacífico.

Igual que con Texas, la Constitución de 1824 declaró a California como territorio mexicano, sin consultarlo con la población del lugar; una mezcla de frailes españoles, indígenas norteamericanos, comunidades chinas, coreanas, inglesas, estadounidenses y rusas. En 1846, aprovechando la guerra de México contra estados Unidos, la población de California declaró su independencia, que México reconoció en 1848, año en que surgió la República de California, que en 1850 pidió ser integrada en Estados Unidos.

¿Y quién es el dueño?

Nadie en Texas o California había luchado la guerra de independencia; simplemente se enteraron de que de pronto había un Imperio Mexicano que reclamaba ser dueño de ese territorio. En ambos casos aplica la misma pregunta: ¿por qué se debe considerar que eran parte de México?

En efecto, México reclamaba esos territorios, pero también lo hacían otros países. Finalmente hubo una guerra contra Estados Unidos en la que nuestro país fue derrotado. En 1848 se firmó el Tratado de Paz de Guadalupe – Hidalgo, en los que México ratificó la independencia de California y de Texas. Para otorgar la paz, el país del Norte pidió que se le otorgara también el despoblado territorio de Arizona, que unía a Texas con California, y ofreció a cambio una indemnización de 15 millones de dólares; no fue una venta, el territorio se lo iba a quedar se aceptara o no la indemnización.

México perdió un territorio que en realidad nunca había llegado a estar bajo su control, y lo perdió por vivir en constante guerra interna que nos impidió defendernos en una guerra contra un enemigo externo. Pero este mito es útil en un México que siempre pretende pasar por víctima, que a 500 años de la conquista la sigue culpando de las desgracias nacionales, y del mismo modo pretende que parte de nuestra pobreza es culpa de algo que ocurrió hace ya más de 150 años; la pérdida de un territorio que nunca había sido nuestro.

3er NO: EN MÉXICO NO HUBO UNA REVOLUCIÓN

¿Cómo decir que no hubo una revolución si es un hecho que durante veinte años hubo una guerra por tomar el poder en México? Guerra y revolución no son lo mismo; el historiador mexicano Juan Brom señala que “revolución quiere decir transformación profunda, la sustitución de una estructura por otra”. Cuando en un país hay una revolución las cosas cambian completamente, se establece un nuevo proyecto en todos los sentidos. Bajo estos parámetros veamos el caso de México y su llamada revolución.

¿Revuelta o revolución?

Francisco Madero era un hacendado aristócrata del Porfiriato sin proyecto de cambio, simplemente aspiraba a la presidencia; fue derrocado y asesinado por Victoriano Huerta, un militar del Porfiriato que tampoco planeó cambio alguno, más que el de la persona en la silla presidencial. Más adelante la guerra la ganó Carranza, otro político porfirista que tampoco planteaba cambios, y finalmente la guerra fue ganada por Obregón, un hacendado rico y próspero, producto del Porfiriato, quien continuó la misma política económica. Entre Madero y Obregón pasaron diez años, y no hubo revolución.

Todos los llamados revolucionarios aparecen hoy como héroes y todos se mandaron matar entre sí; el héroe Carranza mató al héroe Zapata, el héroe Obregón mató a los héroes Villa y Carranza, el héroe Plutarco Elías Calles mató al héroe Obregón y después fue expulsado del país por el héroe Cárdenas. Tanto matadero entre supuestos próceres deja claro que no hubo una misma y única revolución.

Antes de la revolución México era una República Federal, después también; antes de la revolución el federalismo y la democracia eran fingidos, después también, antes había grupos de privilegio, después también. Antes de la llamada revolución, México dependía de sus caudillos, después también, antes de ella la política se ejercía en grupos cerrados en los que el ciudadano no tenía participación, después también; antes había una política económica capitalista liberal, después hubo un capitalismo de Estado con represión social. ¿Y la revolución? El analista mexicano Macario Schettino lo deja claro de forma contundente: “El régimen creó a la Revolución para legitimarse, porque ésta nunca existió”.

Todos contra todos

Los historiadores dividen la revolución en diversas etapas para su estudio. Aquí se propone una división menos ortodoxa de las etapas de la revolución:

1) Todos contra Díaz, encabezada por Madero, apoyado por Orozco, Zapata y Villa

2) Todos contra Madero, encabezada por Orozco y Zapata, más antiguos porfiristas como Bernardo Reyes y Félix Díaz. El que se avivó y tomó el poder fue Victoriano Huerta

3) Todos contra Huerta, encabezada por Venustiano Carranza, quien unió a Villa, Zapata y Obregón a su lado.

4) Todos contra todos, una vez que huye Huerta, todos los que se unieron sin objetivo común más que derrocar al que estaba, pelean entre sí.

Una forma sencilla de entender este conflicto es un esquema, que se vuelve confuso por la forma en que todos cambian de bando:

1910 – 1911: una transición pacífica de Díaz a Madero de forma institucional.
1911 – 1913: Félix Díaz, Bernardo Reyes, Zapata y Orozco estuvieron contra ese gobierno institucional, legal y democrático de Madero.
Entre 1911 y 1913 Villa está del lado de Madero, es por tanto enemigo de Zapata, que lo desconoció. De hecho antes de 1914, Villa y Zapata no se habían visto nunca ni tenían un solo plan o idea común.
Desde 1911 Zapata y Orozco están en contra de Madero, al que habían apoyado. Huerta, como militar del gobierno, y en ese momento leal a Madero, ataca a Orozco y Zapata, aliados en ese momento.
1913: en la embajada de Estados Unidos, antiguos porfiristas, Reyes y Díaz, planean una conspiración contra Madero.
1913, Huerta deja de defender a Madero y da un Golpe de Estado, sin proyecto, sólo por poder.
1913: Orozco, que había sido perseguido y derrotado por Huerta, se vuelve su aliado, y por lo tanto enemigo de Zapata.
1913 – 1914: Carranza, Obregón, González, Villa y Zapata (enemigos antes) se unen todos contra Huerta y reconocen como líder a Carranza. Ahora todos los “revolucionarios” luchan juntos.
1914: ante la huída de Huerta, Zapata y Villa (ahora aliados), desconocen a Carranza (del que eran aliados), quien es apoyado por Obregón.
En octubre de 1914 la Convención de Aguascalientes, dominada por Villa, elige a un Presidente villista: Eulalio Gutiérrez.
1914: Carranza no lo reconoce y se instala en Veracruz, protegido por Obregón.
1914: el villista Gutiérrez toma el poder en la Capital y Villa lo invade junto con Zapata.
1915: el villista Gutiérrez declara traidor a Villa
Entre 1914 y 1915 hubo doble y hasta triple presidencia, hasta que Carranza tuvo el apoyo de Estados Unidos.
1919: Carranza manda matar a Zapata, a través de Pablo González (habían luchado juntos contra Huerta)
1919: Obregón desconoce a su aliado Carranza y lo manda asesinar; evidentemente, para tomar el poder.

Así pues, para 1920 van diez años de guerra y saqueo; los aliados se vuelven enemigos y los enemigos se alían, los hoy llamados héroes se matan entre si y ningún proyecto de nación es distinguible en bando alguno. La pregunta sigue: ¿dónde está la Revolución?

Macario Schettino asegura que “México fue un fracaso durante el siglo XX, y que el fracaso es resultado del régimen de la Revolución Mexicana”. En este año del centenario conmemoraremos un siglo de algo que no existió y que nos ancla al pasado, volviendo a Schettino. “México no podrá avanzar hasta que no borre la Revolución Mexicana”.

Fuente: http://www.lacavernadezunzu.com/mis-articulos/146-tres-no-de-la-historia-de-mexico.html
http://www.lacavernadezunzu.com
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